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Friday, August 31, 2012

UNA MUJER QUE PERDONA


UNA MUJER QUE PERDONA


El rencor es veneno para el cuerpo y para el espíritu, y si uno no aprende a perdonar, el resentimiento no solo le quitará el gozo, sino contaminará su vida espiritual.
El Padrenuestro dice: "Y perdónanos...como (en la misma manera)perdonamos". NO pudiera ser mas claro si nosotros no perdonamos, no seremos perdonados. Pero tal vez tú estás pensando: "No puedo perdonar, mi marido me ha ofendido grandemente". o dices: "Mi padre me abandonó y no puedo perdonarlo". O tal vez digas: "Mis hijos me han herido profundamente. no siento que puedo perdonar".
Tengo buenas noticias: el perdonar no es una emoción, sino una decisión. Si tú decides perdonar, puedes hacerlo. Aunque tus emociones estén gritando que no lo hagas, de tu voluntad, de tu espíritu, DECIDE perdonar. Luego dí, en voz alta: "Padre Santo, yo perdono a mi marido, a mi padre, a mis hijos y a todos los que me han ofendido". Posiblemente la primera vez que expresas tu perdón, no vas a sentir nada. Pero sigue declarando con tu boca lo que has decidido en tu espíritu, y al ratito empezarás a sentirte diferente. Esa nube negra de rencor y de presión se levantará de tí.
Los que insisten en que no pueden perdonar, en realidad están diciendo que no quieren perdonar. A la esposa que dice: "No puedo perdonar a mi marido porque él ha destruído 15 años de matrimonio". Si no perdonas, el rencor te amargará. No digo que es fácil, solo digo que sí es posible. El Señor no va a mandarnos hacer algo que es imposible.
Los médicos afirman que la raíz de algunas enfermedades físicas es el rencor. Muchas veces, aunque no siempre, la artritis es provocada por este veneno en el cuerpo. Yo he visto a señoras amargadas y acabadas antes de tiempo, transformarse en personas nuevas al decidir y declarar que perdonan. La mujer por excelencia no va a permitir que las heridas de su niñez, ni hijos malagradecidos, ni su esposo infiel, si una suegra entremetida, le roben el gozo de vivir libre de las cadenas de la amargura y el rencor.
Aparte de perdonar a las personas que le ofenden, hay otra persona a quien algunas necesitan perdonar: a ellas mismas. Algunas mujeres no se han perdonado a sí mismas por los errores que cometieron con sus hijos que ya son mayores, o por su parte en un matrimonio que se destruyó y ya es demasiado tarde para salvarlo. Si tú te encuentras en esta situación, te sugiero cuatro pasos sencillos.
1-Aprende lo que puedas de tus errores para no volver a cometerlos.
2-Remedia lo que puedas del daño del pasado. Da pasos para restaurar relaciones rotas.
3-Acepta lo que puedas cambiar.
4-Expresa en voz alta: "Me perdono a mí misma".
Un alemán escribió esta oración: "Señor, dame la serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar; la fortaleza para cambiar lo que puedo, y sabiduría para entender la diferencia".
Lee con cuidado los versículos 23-25 del capítulo 18 de Mateo y fíjate en la palabra verdugos, que significa "los que atormentan". Cristo dijo que los que no perdonan serán entregados a los verdugos, que pudieran ser cosas como la enfermedad, el temor o la depresión.
La mujer por excelencia no malgasta sus fuerzas en tener lástima, ni vive lamentando el pasado. Ella convierte los obstáculos de la vida en escalones, y no les permite ser piedras de tropiezo.




Tomado del libro "La excelencia en la mujer" "La mujer que transforma el mundo" de Gloria Ricardo.

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