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UNA MUJER DE
ORACION
Hace
ya casi 30 años, mi esposo y yo nos aferramos a una promesa en la Biblia, y
hemos edificado nuestras vidas sobre estas palabras. "Buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" Mateo 6:33.
Dios ha sido fiel a su Palabra y nos ha bendecido mucho mas allá de nuestros
sueños. Entonces, no es únicamente una teoría lo que comparto, sino lo que he
vivido por muchos años.
La
mujer que pone al Señor Jesús en primer lugar, que lo busca de todo corazón,
será una mujer bendecida en TODAS las áreas de su
vida.
Dios
dice: "Y me buscareís y me hallareís, porque me buscareís de todo vuestro
corazón" Jeremías 29:13. La palabra "buscar" implica acción y esfuerzo de
nuestra parte. La persona pasiva, conformista no va a recibir del
Señor.
Cada
mujer por excelencia necesita un tiempo a solas (de preferencia a la mañana)
cuando pueda tener comunión con su Padre celestial. Allí es donde recibe fuerzas
para enfrentar el día y sus problemas. No hay persona, ni en la Biblia, ni en la
historia, que haya hecho grandes cosas por Dios que no haya sido una persona de
oración.
Pero,
¿Cómo orar? Hay mucha gente que nos escribe y dice: "Yo oro, o yo rezo, todos
los días y Dios no me escucha". Y puede ser cierto. Hay oraciones que Él no
escucha porque son sólo quejas o listas de problemas, pero no oraciones de fe.
No es mi intención en este libro dar un estudio sobre la oración, sino deseo
compartir un poquito de mi propia experiencia. (Recomiendo dos libros: "La
intercesión cambiará su familia y su mundo" y "La oración que da resultados",
escritos por mi esposo.
Aunque
siempre he tenido una vida de oración, en los últimos años, el Señor me ha
enseñado a orar en una forma diferente. Muchas veces uso como patrón el Padre
nuestro y cuando llego a la sección:"Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en
el cielo, así tambíén en la tierra", yo oro por mí misma. Digo:"Venga tu reino a
mi vida, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en mí. No solo pido
que su reino (es decir, autoridad) venga a mí, sino que declaro diariamente que
lo estoy buscando a Él primeramente y su justicia.
Yo
declaro que soy una mujer de fe, no de duda, y que tengo la mente de Cristo,
según la promesa de Dios. También confieso que soy la ayuda idónea que mi marido
necesita. Digo: "Señor, quita de mí cualquier rebelión en contra de la autoridad
de mi esposo. Ayúdame a honrarlo y respetarlo como tu palabra manda".Por los
ojos de la fe tú puedes visualizar la clase de mujer que quieres ser, la esposa,
la madre que deseas ser, y empezar a declarar que eres esa mujer. Dios verá tu
corazón y al rato no sólo lo dirás por fe, sino que serás esa mujer. Después de
orar por ti misma empieza a orar por cada miembro de tu familia. Si eres una
mujer casada, ora por tu marido, pero no con quejas. Comienza a verle a Él por
los ojos de la fe y declara bendiciones de Dios sobre su vida. Puedes decir así:
"Padre, yo pido, y confieso que tú estás obrando en el corazón de mi esposo, que
tú estás transformandole en un hombre de Dios, que Él se va a levantar y ser la
autoridad espiritual en esta casa". Yo conozco una mujer que ora Proverbios 6:24
sobre su marido, pide al Señor que le "guarde de la mala mujer, de la blandura
de la lengua de la mujer extraña" Y, ¿sabes qué?, el esposo de esta mujer no
tiene ojos para otra, sino es un hombre fiel en su
matrimonio.
Si
tu esposo te es infiel, como en el caso de muchas señoras que nos escriben,
aprende a atar todo espíritu de adulterio y , en oración, rompe esa relación
ilícita. A la vez desata espíritu de comprensión y unidad en tu matrimonio. Haz
lo mismo por tus hijos casados.
Aprende
a ser una guerrillera en el Espíritu. Si satanás se ha metido en tu matrimonio,
TÚ tienes que sacarlo de allí. No esperes que Dios lo haga, Él ha puesto la
autoridad en nuestras manos. No tengas miedo de decir oraciones enérgicas,
violentas. Cristo dijo que los violentos arrebatan el reino, Mateo 11:12. La
mujer pasiva no va a vencer, será vencida. Hay una señora en nuestra comunidad
cristiana, cuyo esposo era adicto a la pornografía y le pedía que participara en
cosas degradante. Ella empezó a luchar en oración y ayuno, atando los espíritus
de perversión sexual y ganó una victoria grande que la benefició no sólo a ella,
sino también a sus hijos. Recuerda, "Las armas de nuestra milicia no son
carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas". 2 Corintios
10:4.
Cuando
también una madre ora en fe esta clase de oración enérgica por sus hijos, las
cosas suceden. No estoy diciendo que sucederán inmediatamente. A veces requiere
semanas, meses, aún años, pero ponte en la brecha, y sé constante en atar
espíritus de rebeldía, y en reclamar tus hijos para el reino de Dios. Son útiles
las oraciones plañideras: "Señor, tú sabes que mi hijo es un borracho,
irresponsable y cómo he sufrido con él". Comienza a verle por los ojos de la fe,
salvo y sirviendo al señor.
Después
de orar por toda tu familia, ora por tu iglesia, tu patria y tu mundo. Pide al
Señor que te dé el corazón de una intercesora.
Tomado del libro
"La excelencia en la mujer" "La mujer que transforma el mundo" de Gloria
Ricardo
UNA MUJER QUE
AMA
Hay un famoso Psiquiatra que escribió;
"No hay tal cosa como enfermedad mental. Los síntomas negativos que llamamos
enfermedad mental son nada más los resultados de la frustración de dos
necesidades básicas en la vida: El amor y ser amado. Si nos falta una de estas
dos cosas, sufrimos un quebranto emocional".
Amar y ser amado... dos necesidades
básicas.
La Biblia lo dice así: "Ahora permanecen
la fe, la esperanza y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor". 1
Corintios 13:13.
No hay nadie exento, todos necesitamos
amar y ser amados.
La mujer por excelencia es una mujer que
ama porque conoce a Dios y "Dios es Amor".
El amor de Dios es la palabra"Agape" en
griego, que quiere decir amor no egoísta, el amor que no demanda respuesta, amor
incondicional. Necesitamos entender que esta clase de amor "Agape" no es una
emoción, sino una decisión que se expresa en palabras, actitudes y acciones. La
mujer virtuosa es una persona que siembra semillas del amor en todas sus
relaciones interpersonales, y al llegar a la vejez no tendra temor de ser una
anciana abandonada,olvidada y amargada. Ella cosechará el amor que ha sembrado
en otros.
1-La soltera: ella puede dar amor
"Agape" a sus padres sus hermanos, amistades y otros. Mientras viva bajo el
techo de sus padres necesita someterse a ellos, según la palabra de Dios en
Efesios 6:1 después de salir de la casa, debe seguir honrando a sus padres,
Vers. 2.
2-La esposa: en el capítulo anterior
aprendimos como una mujer puede luchar en oración para salvar su matrimonio,
pero no debemos malentender y creer que todo se resuelve con "pura
oración".
Dios nos ayudará, pero esta esperando
que nosotros hagamos nuestra parte. Y ¿Cuál es nuestra parte? Es ser la ayuda
idónea, la amante que nuestro marido necesita. Muchos hombres se encuentran
frustrados o de malhumor, o aún buscan amores ilícitos, porque en sus propias
casa sus esposas se han vuelto frías y lo
rechazan.
Las relaciones íntimas que empezaron con
tanta ilusión y satisfacción han llegado a ser una rutina en la cuál la esposa
nada más "Cumple".
Pero esto no tiene que ser así y la
mujer por excelencia no va a conformarse con una relación matrimonial mediocre.
Ella va a dar los pasos necesarios para restaurar la chispa del romance en su
recámara, porque lo que sucede en la recámara afecta las otras áreas de la
vida.
Hay varias mujeres en nuestra comunidad
cristiana que enseñan clases de damas y dan consejos bíblicos a señoras cuyos
matrimonios han sido destruídos por la infidelidad del esposo. Aparte de la
lucha espiritual, enseñan a estas esposas para que vuelvan a conquistar a ese
hombre extraviado. Yo me he quedado maravillada con los resultados positivos.
Algunos maridos que tenían años fuera de la casa con otras personas han
regresado, por las oraciones y las acciones del amor de sus propias esposas.
No te desanimes, sé una mujer valiente,
una mujer de superación y Dios hará grandes cosas en tu
matrimonio.
3-La madre: las oraciones de una madre
por sus hijos son poderosas, pero a la vez es necesario sembrar semillas de amor
y comprensión en ellos. Lo que más necesitan y desean los niños es tiempo y
atención. La forma en que tu escuchas a tus hijos significará para ellos una de
dos cosas: "No me molestes, estoy ocupada", o bien : "Nunca estoy tan ocupada
como para no poder escuchar lo que tienes que
decirme".
Lo primero hará que el niño se encierre
mas en su soledad y comenzará a sentir que es una carga. Pero la segunda forma
de escuchar da al niño la seguridad de ser respetado como un ser humano valioso
y edifica su autoestima.
Para los adolescentes, lo más importante
es la comunicación. Tu comunicarás aceptación o crítica, amor o rechazo, por la
forma en que hablas a tus hijos. Sé generosa con tus palabras de afecto y
aprobación.
No ames a tus hijos con el amor "Sí"
(condicional), o el amor "porque", sino con el amor "de todas maneras". El amor
"si" (condicional) dice: "te amo si me obedeces"; "te amo si haces lo que yo
quiero".
El amor "porque"dice: "te amo porque
sacaste buena nota en la escuela"; "te amo por que escogiste la carrera que yo
queria para ti".
Ambas son formas de amor condicional,
amor que tiene que ganarse. El amor "de todas maneras"dice: "te amo de todas
maneras aunque no tomas las decisiones como yo quería"; "te amo de todas maneras
aunque tienes el mismo carácter difícil de tu
papá".
Este es un amor sin
condiciones.
4-La suegra/nuera: la mujer por
excelencia es alguien que acepta a su nuera/yerno como sus propios hijos a pesar
de que no sean las personas que ellas habría escogido. Reconoce que sus propios
hijos no son perfectos, entonces no demanda perfeccción de su familia
política.
Yo leí una encuesta en que se
preguntaba: "¿qué cualidades son las que mas aprecias de tu suegra o de tu
nuera?" (esta pregunta puede ser aplicada a padres y demás familiares
políticos).
Para nueras: ¿Qué espera tu suegra de
tí?
a)-Quiere saber que tu amas y aprecia al
hijo que ella crió y ama.b)-Quiere saber que tú la aprecias y que
aprecias lo que ella a hecho por ti y por él.c)-Quiere disfrutar
a tus niños, sin sentir que estás tomando ventaja de ella, y que la quieres
tener de niñera.d)-Quiere estar informada de como están tú y tu
familia.
Para suegras: ¿Qué espera tu nuera de
tí?
a)-Quiere saber, que tú la aceptas y la
ves como la "esposa adecuada" para tu hijo. (¿Alguna vez le has dicho que estás
contenta de que tu hijo se hay casado con
ella?)b)-Quiere que la aceptes como es, y que
no la compares con algún otro miembro de la flia.c)-Quiere que seas
sensible a la necesidad de tener privacidad en su
flia.d)- Quiere que
trates, tanto a ella como a tu hijo, como
adultos.
A mi me gusto esta oración que encontré
de una suegra y madre con hijos grandes:
"Señor, ayúdame a ser una persona
servicial sin ser mandona ni entrometida. Enséñame que es posible de vez en
cuando que yo pudiera estar equivocada. Ayúdame a no platicar de todos mis
dolores, y ayúdame a ser amable, porque una viejita renegada es la obra maestra
del diablo".
Si nosotras, las suegras aceptamos a
nuestras nueras y yernos como nuestros propios hijos y si los amamos con amor
"Agape", sin condiciones, podremos experimentar un pedacito del cielo en
nuestras familias
Tomado
del libro "La excelencia en la mujer" "La mujer que transforma el mundo" de
Gloria Ricardo.
UNA MUJER QUE
PERDONA
El
rencor es veneno para el cuerpo y para el espíritu, y si uno no aprende a
perdonar, el resentimiento no solo le quitará el gozo, sino contaminará su vida
espiritual.
El
Padrenuestro dice: "Y perdónanos...como (en la misma manera)perdonamos". NO
pudiera ser mas claro si nosotros no perdonamos, no seremos perdonados. Pero tal
vez tú estás pensando: "No puedo perdonar, mi marido me ha ofendido
grandemente". o dices: "Mi padre me abandonó y no puedo perdonarlo". O tal vez
digas: "Mis hijos me han herido profundamente. no siento que puedo
perdonar".
Tengo
buenas noticias: el perdonar no es una emoción, sino una decisión. Si tú decides
perdonar, puedes hacerlo. Aunque tus emociones estén gritando que no lo hagas,
de tu voluntad, de tu espíritu, DECIDE perdonar. Luego dí, en voz alta: "Padre
Santo, yo perdono a mi marido, a mi padre, a mis hijos y a todos los que me han
ofendido". Posiblemente la primera vez que expresas tu perdón, no vas a sentir
nada. Pero sigue declarando con tu boca lo que has decidido en tu espíritu, y al
ratito empezarás a sentirte diferente. Esa nube negra de rencor y de presión se
levantará de tí.
Los
que insisten en que no pueden perdonar, en realidad están diciendo que no
quieren perdonar. A la esposa que dice: "No puedo perdonar a mi marido porque él
ha destruído 15 años de matrimonio". Si no perdonas, el rencor te amargará. No
digo que es fácil, solo digo que sí es posible. El Señor no va a mandarnos hacer
algo que es imposible.
Los
médicos afirman que la raíz de algunas enfermedades físicas es el rencor. Muchas
veces, aunque no siempre, la artritis es provocada por este veneno en el cuerpo.
Yo he visto a señoras amargadas y acabadas antes de tiempo, transformarse en
personas nuevas al decidir y declarar que perdonan. La mujer por excelencia no
va a permitir que las heridas de su niñez, ni hijos malagradecidos, ni su esposo
infiel, si una suegra entremetida, le roben el gozo de vivir libre de las
cadenas de la amargura y el rencor.
Aparte
de perdonar a las personas que le ofenden, hay otra persona a quien algunas
necesitan perdonar: a ellas mismas. Algunas mujeres no se han perdonado a sí
mismas por los errores que cometieron con sus hijos que ya son mayores, o por su
parte en un matrimonio que se destruyó y ya es demasiado tarde para salvarlo. Si
tú te encuentras en esta situación, te sugiero cuatro pasos
sencillos.
1-Aprende
lo que puedas de tus errores para no volver a cometerlos.
2-Remedia
lo que puedas del daño del pasado. Da pasos para restaurar relaciones
rotas.
3-Acepta
lo que puedas cambiar.
4-Expresa
en voz alta: "Me perdono a mí misma".
Un
alemán escribió esta oración: "Señor, dame la serenidad para aceptar lo que no
puedo cambiar; la fortaleza para cambiar lo que puedo, y sabiduría para entender
la diferencia".
Lee
con cuidado los versículos 23-25 del capítulo 18 de Mateo y fíjate en la palabra
verdugos, que significa "los que atormentan". Cristo dijo que los que no
perdonan serán entregados a los verdugos, que pudieran ser cosas como la
enfermedad, el temor o la depresión.
La
mujer por excelencia no malgasta sus fuerzas en tener lástima, ni vive
lamentando el pasado. Ella convierte los obstáculos de la vida en escalones, y
no les permite ser piedras de tropiezo.
Tomado
del libro "La excelencia en la mujer" "La mujer que transforma el mundo" de
Gloria Ricardo.
UNA MUJER QUE
SIRVE
Jesús dijo que
el que quiere ser el primero, será el siervo; también dijo que Él no había
venido para ser servido, sino para servir Mateo 20:25-28. Este es el secreto de
la felicidad para la mujer: tener un corazón de sierva. Cuando es así, no te
ofenderás si la gente no te aprecia o son malagradecidos por lo que
haces.
Debemos hacer
todo lo que hacemos "como para el Señor y no como para los
hombres"
Colosenses
3:23.
¿Aún los
quehaceres aburridos de la casa?
Seguro que sí.
Cuando estás planchando o cosiendo, sirviendo a tu familia, hazlo como para el
Señor y verás que la carga será más liviana.
¿A Dios le interesa nuestra casa
y los quehaceres? Tito 2:3-5 dice que las ancianas deben de enseñar a las
mujeres jóvenes a ser "cuidadosas de sus casas", entre otras cosas. La mujer
por excelencia va a desarrollar su creatividad en el área de su casa para
hacerla lo más atractiva posible. No importa si vives en una mansión o en una
choza, tú puedes hacer de tu casa un refugio en las tormentas de la vida, y un
lugar donde se respira la paz y la tranquilidad. Sé una ama de casa creativa y
ordenada.
El libro
de Proverbios habla bastante de la pereza. Este espíritu nos ataca a todas de
vez en cuando, pero la mujer virtuosa no permite ser dominada por él. El Señor
nos ha llamado a ser mujeres espirituales y prácticas a la vez. Una casa limpia
y ordenada es un buen testimonio de la presencia de Cristo.
La hospitalidad
es una manera excelente de servir que está al alcance de todas. Que tu corazón y
tus puertas siempre estén abiertos a otras personas, especialmente a los amigos
de tus hijos y a los de tu comunidad cristiana.
Hebreos dice que
así "algunos han recibido ángeles sin saberlo" Hebreos 13:2. Algunas de las
memorias mas agradables que tengo de nuestro año en la Sierra de Chihuahua, en
un pueblito sin comodidades, son de los tiempos en derredor de nuestra mesa,
compartiendo con nuestros hermanos cristianos.
Hace poco leí la
historia de una madre sola con hijos jóvenes que invitaba a su casa de vez en
cuando a estudiantes extranjeros. Ella compartía con estos jóvenes, que estaban
lejos de casa y familia, no solo ricos alimentos, pero lo que es mas importante,
su fe cristiana. Por medio de su hospitalidad, muchos de estos universitarios
han oído del Dios verdadero y de su HijoJesús, y varios le han aceptado como su
Salvador.
Tal vez tú estás
diciendo: "Yo odio la cocina, no me gusta estar horas y horas preparando
platillos elegantes". Esto no es necesario. Aprende recetas sencillas y sé una
anfitriona que disfrute de sus huéspedes. La gente no busca tanto la rica
comida como busca el amor y la aceptación. "Mejor es la comida de legumbres
donde hay amor, que buey engordado donde hay odio" Proverbios
15:17
La mujer por
excelencia también servirá en su iglesia y en otros lugares fuera de su casa.
Pero, al decir esto, necesito añadir que no descuidará a su propia familia para
salir y servir a otros.
Se necesita
equilibrio en todo. Algunas mujeres están en reuniones siete dias a la semana,
sirviendo en cada comité, mientras su pobre esposo e hijos resienten la obra de
Dios.
La mujer sabia atenderá bien a
su familia y su casa, pero no será esclava de la
casa.
Hoy en día hay
muchas oportunidades de servivio para la mujer sola y para aquella cuyos hijos
ya no son pequeños. Dios está usando a mujeres para ser una bendición en el área
cívica, política, educacional, con enfermos, huérfanos, en el campo misionero y
mucho más.
En el estado de
California, en los Estados Unidos, había una señora, Candy Lightner, que sufrió
la pérdida trágica de un hijo en un choque automovilístico provocado por un
chofer intoxicado. En vez de vivir con luto el resto de su vida esta madre
cambió su pena en algo constructivo. Ella empezó una campaña en contra de los
choferes intoxicados. Ahora no es una sola mujer luchando, sino cientos de miles
de mujeres y hombres, inclusive algunos políticos, y han logrado leyes más
fuertes de los estados con castigos más severos para los culpables de beber y
manejar a la vez. Con las nuevas leyes muchos inocentes están siendo salvados de
accidentes automovilísticos.
Esta madre es un
ejemplo de lo que una sola mujer puede lograr. Ella cambió su pena en un
beneficio para multitudes.
Proverbios 31:20
indica que la mujer virtuosa "alarga su mano al pobre y extiende sus manos al
menesteroso". La mujer por excelencia no es una mujer egoísta, es una persona
que se preocupa por otros.
En nuestro mundo
moderno parece que todo gira alrededor del "yo". Los libros, aún cristianos, las
películas, las revistas, casi todo, se enfoca hacia la felicidad personal: MI
matrimonio, MIS hijos, MI realización, MI profesión. Todo esto tiene su lugar,
pero no debemos perder la visión de que estamos en este mundo para servir a
nuestro Dios y para extender su Reino.
Cristo dijo así;
"El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la
hallará". Mateo 10:39
Permita al Señor
darle un corazón que abraza al mundo, que puede llorar con los que lloran y
sentir el dolor ajeno. Mientras extendemos nuestras manos hacia el menesteroso,
el Señor proveerá nuestras necesidades.
La mujer no
egoísta que da su vida para servir a otros, es la mujer realizada. Ella es una
mujer por excelencia.
Tomado del libro
"La excelencia en la mujer" "La mujer que transforma el mundo" de Gloria
Ricardo.
Corazón de sierva
Muchos la
discriminaron por su apariencia, incluso su abuela le recomendaba que se
recluyera a modo de protección. Sin embargo, Raquel Mairota sorprendió a muchos.
El Señor formó en ella un corazón de sierva y la ha sostenido en el ministerio
pastoral por más de 50 años.
«Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo
preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el
ministerio que recibí del Señor Jesús.» (Hch 20.24)
Este es el versículo
favorito de la pastora Raquel Mairota pues es uno de los versos que han
impulsado su vida y le han permitido convertirse en quien es hoy. «De ninguna
cosa hago caso», afirma, «pues si yo hubiera hecho caso a mi abuela ahora
estaría en un convento».
Ella es una mujer de 72 años, nacida en la
ciudad de Buenos Aires, Argentina. Mide un metro y veinte centímetros, por una
enfermedad llamada acondroplasia que provoca una forma de
enanismo.
Muchos la han discriminado por su apariencia, incluso su abuela
le recomendaba que se recluyera a modo de protección. «Ella me decía: cuando
seas grande tienes que estar con unas monjas en un convento. Con esas monjas que
no ven gente, ni la gente las ve. Ahí vas a estar bien.»
Sin embargo,
Raquel siempre fue independiente e hizo caso omiso a las personas que le decían
«tú no sirves para nada». A quien sí ha hecho caso, con una fidelidad
envidiable, ha sido a Dios. Y día a día ha demostrado una vida de servicio a la
comunidad sembrando la Palabra del Señor.
Describe su infancia como
alegre y recuerda con especial cariño a su padre, un hombre cariñoso pero
severo, quien le contaba cuentos cada noche antes de dormir.
«El amor de
todos hizo que tuviera una niñez muy feliz. Iba a un colegio normal, con todas
las demás chicas. Como ellas me veían distinta, todas querían jugar
conmigo.»
Cuando tenía once años, su padre falleció, lo que impactó
fuertemente su vida. Tiempo después su madre volvió a casarse y las cosas en la
casa cambiaron en forma radical. Su padrastro tenía ciertos rasgos sicóticos y
el tranquilo hogar de antes, se convirtió en un lugar de discusiones y
gritos.
Del rechazo a la oportunidad
Quiso estudiar en la escuela
secundaria, pero por la estatura no se lo permitieron. Su madre, preocupada por
la situación, la hizo estudiar piano, dactilografía, un profesorado en corte y
confección y hasta un curso de enfermería. «Mi madre quería proveerme de las
herramientas necesarias para poder hacerle frente a la vida. Eran cosas que me
gustaban, porque me hacían huir de la realidad. Sin embargo, no estaba
satisfecha, había un gran vacío en mí y siempre me preguntaba qué estaba
haciendo en esta vida.»
Durante esa época, Raquel asistía a una iglesia
católica, donde comulgaba y se confesaba todos los domingos. «Tenía una
compañera de estudios que era hija de un pastor y le pregunté si podía ir a
conocer su iglesia. Como me dijo que sí, fui a visitar la congregación y me
llamó la atención el amor de la gente y su preocupación por saludarme, por ser
amables. El pastor predicó sobre el camino ancho y el camino angosto, y me di
cuenta por donde andaba. Esas promesas de Dios luego fueron el incentivo para
que diera el paso que me estaba faltando para un encuentro personal con él. Eso
era lo que me faltaba para luchar y vencer en la vida. Después de mi conversión,
le dije a Dios: "¿Y ahora qué puedo hacer?". Pensaba que tenía poco que
ofrecerle, hasta que comprendí que él toma incluso lo que a uno le parece
inservible. Dios lo transforma y lo usa para lo que él quiere.»
Del
compromiso al instituto bíblico
A partir de ahí comenzó su compromiso de
servir a Dios. Decidió entrar al Instituto Bíblico de la Iglesia Alianza
Cristiana y Misionera de Buenos Aires. Pidió el formulario y le dijeron que no
había vacantes para ese año. El siguiente año insistió nuevamente, pero vio que
los directivos la miraban con desconfianza. «Decidí preguntarle directamente al
director si él pensaba que mi cuerpo era un inconveniente para servir a Dios. Él
se sorprendió por la pregunta y no me contestó. Solo me dijo: "Bueno, pensamos
en tu familia…". Yo tenía veintiún años y le respondí: "Mi familia es mi
familia, pero yo puedo decidir…". Entonces me explicó que había que hacer
trabajos físicos para pagar parte de la pensión y pensaban que yo no podría
hacer nada.»
Finalmente le dieron la posibilidad de probar por un lapso
de dos semanas para ver si se adecuaba a la vida de estudiante. «Fue muy
divertido porque a mí me dieron como tarea una escalera muy chiquita, en cambio
todos los demás tenían que limpiar grandes salones. Pero al pasar los días tuve
que reemplazar a algunas compañeras en el trabajo y pronto ya estaba encerando
todo un comedor.» Al terminar fue aceptada y terminó sus estudios.
Del
instituto bíblico al pastorado
«Ahora el problema era dónde me enviaban a
trabajar. Porque claro, era como era.» Decidieron enviarla a Alvear, un pequeño
lugar en la provincia de Buenos Aires donde la obra estaba detenida hacía más de
quince años y solo había una pequeña capilla. Ella vivió en un cuartito que
servía de casa pastoral. No tenía servicio de luz eléctrica, agua potable, ni
baño, pero Raquel estaba contenta porque era un paso de confianza que le daba la
denominación.
«Nunca tuve un sueldo. Alguien me mandaba una ofrenda, pero
nunca supe quién era. Comía mucha papa hervida porque era lo más barato en ese
momento. Incluso la gente llamaba a mi casa "el palacio de la papa hervida". No
había dinero para mi sostén, pero siempre estuve enriquecida por Dios en todas
formas. No tenía nada, pero siempre pude dar a los demás. Es dando, como dice
Dios, que se recibe.»
Comenzó a invitar a los chicos de la cuadra y como
su estatura llama la atención, ellos la siguieron. Esos niños a su vez invitaron
a otros y un domingo, se reunieron más de ochenta personas en el
templo.
Después de diez años de predicar en ese lugar, la enviaron a
Bahía Blanca, también en Argentina. Los hermanos se reunían en un local que
había funcionado como carnicería, y en ese mismo lugar vivía Raquel. Todo era
muy precario. «Ellos me pagaban un sueldito y los convencí de que en lugar de
pagarme ahorraran para construir su templo. Les pareció buena la idea y así
comenzó un nuevo proyecto de construcción.»
Después de dos años fue
trasladada a Puan, otra ciudad de la provincia de Buenos Aires. En este lugar la
iglesia había quedado a cargo de algunas de las familias que más tiempo llevaban
en la congregación. Lentamente se fueron implementando nuevos proyectos y
sembrando nuevas ideas. Como fruto del ministerio de Raquel en esa ciudad, se
convirtió un buen grupo de personas de trasfondo muy humilde, algunas de las
cuales continúan hasta el día de hoy en el Camino.
Posteriormente, como
el pastor de Curuzú Cuatiá, Corrientes, al norte del país, estaba enfermo y
debía dejar el ministerio, y no habiendo a quien enviar, Raquel fue llamada a
servir como pastora. «Fui después de pensarlo y orar, para estar segura de que
realmente era la voluntad de Dios. Tenía miedo porque iba a una cultura
completamente distinta, sin embargo, los pude amar de una manera maravillosa.
Como yo era enfermera me ofrecía a los vecinos y eso me abría puertas para
predicar el evangelio.»
En este lugar se sintió frecuentemente
sorprendida por Dios pues él la hizo incursionar en el ministerio de la radio.
El programa, «Para que lo pensemos juntos», ya tenía una buena audiencia por la
creatividad del pastor anterior y duró los dieciséis años que ella estuvo
pastoreando ahí. «Entonces yo tenía que pedirle día a día al Señor que me diera
palabra para compartir con la gente». Esa fue una de las tareas más especiales
que tuvo que realizar. Los directores de la radio, que no eran cristianos, le
pidieron que creara otros dos programas, uno para mujeres y otro para niños.
«¡En mi salsa estaba yo! Porque así podía hablar del evangelio tres días en una
radio. Lo hice por un año entero.»
En cuanto a la organización de la
iglesia, le llevó tiempo para producir crecimiento. «Yo empecé trabajando con
los chicos, pero tenía también un grupo de jóvenes hambrientos por la Palabra de
Dios. Estaban en la búsqueda de servir y al poco tiempo los fui incorporando a
diferentes posibilidades ministeriales dentro de la iglesia.» La formación de
liderazgo la inició desde cero, porque la salida del pastor anterior había
desanimado a la iglesia. «Había cierta gente conocedora de la Palabra, entonces,
los reunía y charlaba con ellos para ir formando sus vidas.»
De regreso a
Buenos Aires
Después de Curuzú Cuatiá volvió a Buenos Aires y se jubiló,
al menos en los papeles, puesto que decidió actualizarse estudiando un
bachillerato superior en teología con orientación pastoral.
Raquel fue
ordenada pastora casi al final de sus años de ministerio, después de treinta
años de labor pastoral. Se convirtió así en la primera mujer ordenada de la
Alianza Cristiana y Misionera en el mundo.
Ella al igual que Nehemías, el
personaje bíblico que le ha servido de inspiración, tuvo que emprender proyectos
de construcción de templos en varios de los lugares donde ejerció su ministerio.
«No me desprendía de Nehemías, pues viví experiencias muy parecidas, teniendo
que tener en una mano la cuchara de constructor y en la otra la espada. Nehemías
fue una figura exacta y precisa para nuestra situación.»
Confiesa que el
mayor desafío que tuvo durante su ministerio fue predicar. «Yo quería estar
segura de que era Dios quien me inspiraba, quien guiaba mis palabras. Lo demás
parecía más sencillo; podía tocar el órgano, dirigir la reunión, charlar con los
jóvenes, enseñar a los niños, pero el peso de predicar su Palabra fue siempre
algo que asumí con mucho temor.»
La relación con los demás pastores de su
denominación fue buena e incluso algunos la alentaron a seguir adelante. En
general, nunca tuvo una resistencia muy fuerte de parte de los hombres con los
que tuvo que trabajar en su ministerio, sin embargo, sí hubo algunos roces. «En
la iglesia había un matrimonio que me decía: "no es lo mismo ser mujer que
hombre". Yo les contestaba que no veía la diferencia, pues si existía la
posibilidad de predicar, enseñar y servir en la iglesia, la había tanto para la
mujer como para el hombre. "Dios usa lo que quiere, y muchas veces lo que no
sirve" es lo que les decía siempre a mi gente. Hasta el día de hoy Dios sigue
usando lo que no sirve, para avergonzar lo que sirve.»
Aunque muchos
trataron de hacerle creer que su estatura era un impedimento, ella nunca lo ha
considerado así; de hecho el tema de su estatura le ha ayudado muchísimo porque
así llama la atención y esto le sirve de puente para predicar el
evangelio.
«Solo le agradezco al Señor por ser de la manera que soy,
porque nunca lo he considerado una discapacidad. Como mujer he tenido más
inconvenientes que por mi estatura, porque algunos dudan del ministerio de la
mujer. Sin embargo, yo no he hecho caso, solo he escuchado la voz de Dios. Mi
lema durante toda mi vida ha sido amar y servir. Yo le pregunté al pastor con el
que me convertí cómo podía agradecer a Dios semejante regalo y él me dijo: "una
sola cosa hace falta, ama con todo tu corazón y sirve a los de tu alrededor; con
eso Dios estará contento".»
Y justamente eso ha hecho Raquel Mairota 58
años de su vida, desde que recibió a Cristo en su corazón.
Actualmente
predica en diferentes congregaciones y organizaciones y colabora en la tarea
pastoral de la iglesia de la Alianza Cristiana y Misionera ubicada en el barrio
de Blegrano, de la ciudad de Buenos Aires. Vive en el instituto bíblico, donde
dice tener mucha afinidad con los estudiantes. «Si lo necesitan soy consejera,
pero sin ponerme ningún título, pues las cosas surgen naturalmente. A menudo
converso con jóvenes que recién se están iniciando en el ministerio pastoral.
Trato de convencerlos —pues creo que debe ser una convicción espiritual— que a
los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, sea lo que sea: hambre,
dolor, enfermedad o desesperanza. Yo trato de que ellos no miren lo que les
pasa, sino que solamente tengan los ojos puestos en el Señor.»
Raquel ha
compartido, desde siempre, la carga que llevan otras personas con las mismas
limitaciones físicas de ella. Hasta el día de hoy, dondequiera que el Señor la
lleva, aprovecha para entrar en contacto con estas personas, siempre con un
mismo objetivo: el poder decirles que la vida es bella, cuando se le enfrenta de
la mano de Cristo. Para muchos de ellos, que viven desanimados, amargados o
deprimidos por el cuerpo que les tocó tener, ¡esta verdad sí es buena
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